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Foto del escritorNeal Moriarty

BÚSQUEDA, y otros poemas / Rubén Darío Buitrón

Actualizado: 8 jul 2021


Max Ernst: Oedipus Rex



Rubén Darío Buitrón (Quito, 1966) es poeta, narrador y periodista. Ha escrito diez libros sobre distintos géneros y tiene en preparación dos más. Fue director de la revista literaria La Mosca Zumba. Ha ganado premios nacionales de periodismo y de cuento. En la cadena digital SRRadio mantiene el programa “La otra mirada” y escribe para la revista digital Plan V. Es el director-fundador del portal loscronistas.net




BÚSQUEDA


Busqué entre las búsquedas. Persistí.

Busqué entre las palabras, las sílabas,

la distancia de una letra a otra.

Busqué sin encuentros ni hallazgos,

sin pistas ni huellas, extraviado de ti,

extraviado de mí, extraviado en qué buscaba,

extraviado en qué olvidaba, extraviado en qué deseaba.

¿Qué quise de ti que no hubiera en mí?

¿Qué historias, qué cotidianidades,

qué memorias, qué inexistentes recuerdos?

En el reflejo de una vitrina intenté

encontrar la imperfección de lo exacto,

la exactitud de lo perfecto,

la búsqueda del reflejo en la vitrina.

Inútiles observaciones del olvido.

Absurdos desafíos de la memoria.

Ridículos espacios

entre las líneas de un poema extraviado.

¿Qué pensé cuando entré al sentido

de una palabra hueca?

¿Buscar la búsqueda para justificar lo existido?

¿Explicar el sentido de la vida

en un deseo frenético de lo inexplicable?

No busqué en mí. Tampoco busqué en ti.

No quise que se cruzaran los trenes de tu ida

con los trenes de mi regreso.

En cada desencuentro los rieles

avanzaron en dirección contraria.

Y perdí. Perdí porque siempre supe

que buscarte entre las búsquedas

era no desear hallarte en los hallazgos.


PROPUESTA

Propongo a la vida una contravida.

La vida como contrapuesta de sí misma. La vida como existencia inconsistente.

La vida sin renacimiento, retorno,

placer donde parieron

pesados crucifijos de paciencia,

gruesas cadenas de injusticia,

opacas persecuciones de mis sombras.

Si no es posible la vida sin la muerte, propongo también la contramuerte,

el contraolvido, el contraluto,

el contravacío.

La muerte como un regreso

y no como un final.

La muerte como ritual de bienvenida.

La muerte como ceremonia bautismal. La muerte como sereno alumbramiento.

Propongo el sol alrededor de los planetas.

Las olas reflejadas en la luna.

Los trenes en perpetuo retroceso.

La vida en lucha con la vida.

La muerte en lucha con la muerte. Propongo caminar hacia atrás,

hasta donde empezaron el dolor

y el contrasentido.



TRENES Y FLORES


Tantos meses con los ramos de flores

en mis manos, esperándote en todos los andenes de los trenes.

La espera era festiva. La esperanza, una sombra falaz: descubrí que esperar no es lo mismo que estar esperanzado.

A veces tuve suerte: te veía en una ventanilla, gritabas mi nombre,

ese nombre que yo ya no recuerdo,

me saludabas, luego aparecías

en la puerta y eras como el arribo del sol

tras una larga nevada que agredió el recuerdo.

Sin embargo, te esfumabas cuando yo corría a abrazarte

y no quedaba nadie en el terminal

y yo miraba a todas partes

como si hubiera enloquecido

por el silencio de las flores

o el estruendo del ferrocarril.

Y me convertí en un pétalo

sin sangre, en un vagón sin personajes,

en una memoria displicente.

Tantos meses con los ramos

de las flores en mis manos entumecidas por repetir tu nombre,

tantos meses con el alma atropellada

por el chirriar de las ruedas de los trenes

que solo pasaban, pasaban y nunca más se detuvieron, mientras las flores quedaron en mis manos muertas

de desamor.

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