Francisco Bustos Briones
(Santiago de Chile, 1982)
Reseña biográfica
Publica su poemario Un grito de otoño en un jardín de rosas histéricas. Editorial El Ángel Editor. Quito - Ecuador. Noviembre del 2015.
Consta en la Antología de Poesía Española Contemporánea. Editorial Chiado. Y Lo Demás Es Silencio Vol. II. España – Madrid 2016.
Publica Grietas En Lo Cotidiano. Se Aproxima Un Vendaval. Editorial Adarve. Septiembre del 2018. España – Madrid.
Ha colaborado con sus poemas en diferentes revistas digitales.
GRITO OTOÑAL
Caen como destellos estos rayos de luz sin calor, vienen de improvisto y sin nada de abrigo.
El gris se aproxima y absorbe a estos rayos despavoridos.
Caen como truenos los gritos de otoño en la ciudad.
Salen por las gargantas temblorosas; entre vapores y temblores, estos gritos de otoño.
Esos gritos sordos, esos gritos sin escucha.
¡Vienen los vientos!
Vuelan por los aires pétalos de rosas, arrancados de sus manos temblorosas, sus tallos sufren, se doblan ¡resisten! y dan alaridos ante cada grito de otoño que viene doblando en la esquina, atravesando los jardines. Arrancando pétalos, lanzándolos por los aires sin control.
¿Dónde caerán?
Se estrellarán contra el pavimento o caerán en un suave colchón de hojas secas desprendidas por el viento, calmando el dolor de esos pétalos histéricos en suave y vertiginosa caída.
¿Dónde estarán?
Esos pétalos perdidos temblando de frío. Los gritos de otoño vienen como vientos enfurecidos arrancándolo todo o ¿limpiándolo todo?
Extraído de “Un grito de otoño en un jardín de rosas histéricas”. Publicado por: Editorial el Ángel Editor. Quito - Ecuador. Diciembre del 2015.
DESPIERTO
Quisiera romper el vidrio, cortar el aire, respirar bajo el agua y caminar rompiendo el suelo.
Déjame levitar en la nada y permanecer dormido.
Quisiera ser el silencio, entre las voces.
El ojo tuerto de la vista perdida.
Quisiera ser el árbol caído que alimenta tu fuego; el fuego extinguido de tus noches de campo.
Quisiera ser el escalofrío, del pánico entumecido.
Quisiera ser el reloj escondido, con el tiempo perdido.
Quisiera sacar mi alma, ponerla en la barcaza que navega en el mar, buscando la orilla de tu playa vacía. Quisiera buscar algo para no encontrarlo; quisiera tener algo para perderlo. Quisiera perseguir lo que se escapa. Despertar de este sueño, abrir mi cuerpo y sacar mi reflejo, encararlo de frente, decir lo que no está claro y que me aclare lo opaco. Despertar de este sueño, abrir mi corazón y sacar mis trapos al sol, ponerlos en mi frente y sacudir sus polvos y saber si ese polvo, es el que soplo. Despertar de este sueño, sacar mi cabeza y sentarla en mi mesa y señalar en su ruta los abismos del camino y saber si los abismos no son el fruto de mi camino. ¡Despierto! Sacudo mi cuerpo, lo guio, lo lavo; salgo, camino, recuerdo que mi corazón se abrió a la luz del sol y que me desayuné mi pensamiento y digerí su razonamiento, preparé mi cuerpo, lo puse frente al espejo y lo enfrenté a su reflejo, lo guié a la puerta, se mostró el camino. El reflejo, se unió a mi cuerpo, se abrieron los ojos. Caminamos el sendero y despojamos nuestros miedos.
Extraído de “Un grito de otoño en un jardín de rosas histéricas”. Publicado por: Editorial el Ángel Editor. Quito - Ecuador. Diciembre de 2015
CANTO I
DESPERTAR
Colgado quedé en mis pensamientos y un sueño de fotografías centelleantes
desliza por mi cabeza descorchada
¡Me veo!
En este instante se nublan retinas
solo un hilo negro sostiene el último aliento que escapa de este cuerpo
Camino en un bosque humedecido donde encuentro la punta de una flecha guiado por su resplandor
Mientras cavilo con raíces tropiezo
ruedo para quedar tendido sobre el follaje
La punta de esa flecha que estaba perdida de su cuerpo escapó de mi mano
¡Me levanto!
Voy detrás
sin darme cuenta caigo por un socavón
Al entrar en otra atmósfera
me desintegro
Mi voz es atraída
Soy un rayo atravesando piel
Pequeño cuerpo, ¡cómo me has atrapado!
Siento que no tengo control sobre ti
Hablo, no escuchas
Grito, pareces sordo
No puedo escapar de esta jaula que forman tus huesos
debo unir mi voz a tu carne
abrir tus ojos que ahora son míos
Se diluyen imágenes
Se está cortando el hilo negro que sostiene mi aliento
Unidos en uniones de células
células unidas en órganos
órganos unidos en sistemas
Voces resuenan a mí alrededor
manos mueven
mecen
Comienzo a perder mi voz
un nuevo canto empieza a ser entonado
Se ha cortado el hilo negro que sostuvo mi aliento
¡Despierto!
CANTO II
CAMINAR
Letras danzantes formaron un sonido sustantivo
¡Arturo!
de huesos y médula en O negativo irrigando tejidos
¡Arturo!
Con ojos miel en llamas
¡Arturo!
Nueve dígitos para indagar
Piel inocente para ti, ciudad
que irás eliminando con cada gota de agua turbia que dejes caer sobre esta nueva
cabeza
Rizos azabaches se mueven con el viento
piernas se abren camino con pisadas que irán creciendo con tiempo y el soplido de sus cuatro vientos
¡Ciudad!
juegos
risas
peleas y tropiezos
de secretos que se abren como oídos ante melodías
¡Brotan palabras!
Se revuelven emociones como polillas desorientadas golpeándose contra esa ampolleta enfrentando rincones corpóreos
Te recorro por arterias de sangre gris
en cada risa que sueltas por los costados
en cada lamento que resuena en mis oídos
Has hecho sentir a mi cuerpo tus cuatro vientos
cada uno diferente en su esencia me ha mostrado su presencia
Camino con esa corbata apretándome el cuello
ojos bostezan sueño
rasco esta cabeza para estimular al dormido cerebro
Llego al palacio de pupitres
alrededor varios uniformes están sentados en silencio
delante un cuervo levanta alas
abre su pico y da inicio a la sesión de masajes cerebrales
Cada cuatro vientos debo estar dispuesto a cambiar de lugar
Mi pupitre tiene figuras de cómo imagino salir por esa ventana
Ser parte del viento azotando árboles
ciudad de mejillas frías
tempestad lavando tu cara
ciudad de mejillas grises
polen floreciendo
ciudad de mejillas rosadas
calor sofocándote
ciudad de mejillas secas
Debido a la enorme cantidad de masajes cerebrales adquiero un millón de información para circular por tus arterias
Ciudad, de grandes avenidas encementadas
caen hojas verdes
crujen secas
Te partes en mis ojos
ante mis pasos que se estiran como mi pelo ensortijado cada vez que pienso en cómo te veo
¡Aparecen lagañas!
Transportas hijos bajo tus uñas
de norte a sur
de oriente a poniente mueves tus dedos
Puedo ver heridas sangrantes alimentando sumideros
úlceras necrosadas en el olvido de tu ruido
a tus hijos mayores cubriéndote con vendas que se manchan al pasar días
costras alimentan avispas que te lastiman
Canto I, II. Extraídos de “Grietas en lo cotidiano. Se aproxima un vendaval”. Publicado por: Editorial Adarve. Madrid - España. Septiembre del 2018.
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