Juan Secaira Velástegui (Quito, Ecuador, 1971). Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Ha publicado el libro de ensayo Obsesiones urbanas, 2007, texto crítico acerca de la obra narrativa de Humberto Salvador.
Los libros de poesía:
-Construcción del vacío, 2009, editorial Sarasvati, Nueva York, mención especial del premio Ángel Miguel Pozanco (España).
-No es dicha, 2012, editorial El Tábano, (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade).
-Sujeto de ida, 2014, Casa de la Cultura Ecuatoriana.
-Ribera de cristal, 2015, Ediciones de Pandora, Tampa-Florida.
-La mitad opuesta, 2017, editorial S Libros.
-Caracoles hacen círculos en las sienes, 2017 (Una de las plaquetas ganadoras de la colección Cronología del Espejo, de Editorial Despertar).
-Y La malsana marcha a contraluz, 2018, Jaguar editorial.
Ha sido en dos ocasiones uno de los triunfadores del concurso de cuento El Retorno, y, en dos oportunidades, uno de los ganadores del certamen nacional de poesía El Retorno.
Se adjudicó un accésit en el concurso de poesía organizado por la revista española Katharsis. Y otro accésit en el concurso de poesía argentina Puente de Palabras.
Forma parte de antologías nacionales e internacionales. Las más recientes son la antología Voces del Café, publicada por Nueva York Poetry Press, 2018; y la Antología de poesía iberoamericana actual, publicada en España en el 2018.
Su obra poética ha sido traducida a varios idiomas y ha recibido reconocimientos en el Ecuador y en el extranjero.
También dibuja y pinta, con su mano menos hábil, pues, debido a una enfermedad, dejó de ser diestro para aprender a utilizar su mano izquierda. Lo sigue intentando. En el 2019 presentó sus dibujos en la muestra colectiva El arte es dicha.
CUMBRE
DE RODILLAS
Vuela el dios de la amargura,
llevando en su ser
la miseria instituida.
Inmisericorde (y sonreído) la riega
en las pústulas grises, pétreas, viscerales,
que ciegas y devotas se inclinan
y le creen.
A CÁNTAROS
SACRO
Apocado unta la hiel
en el templo, con recelo.
El sepulcro eriza su piel,
su esencia, su veneno.
Lo sacro le hace recordar
su pasado;
luego, con extremaunción,
la hiel roza el paladar.
CONVITE
OLVIDO
La hoja cayó del árbol,
tenue, plástica, única,
a la silente hierba.
Tal como tu vida se posó en la mía.
A ambas se las llevó el viento.
CITAS
HUIDA MORTAL
Hombres de hiel,
de rancia estampa,
vinieron a buscarte decididos,
caprichos del destino, tú no estabas,
tu padre les sirvió para tortura.
Como perros hambrientos,
furiosa jauría,
destrozaron las partes de la víctima.
Sangre, sesos, vísceras, llanto,
resultado atroz de la visita.
Tu padre aguantó en silencio,
humilde empleado de oficina.
Peón de un ajedrez desconocido,
dio su vida por salvar la tuya.
Y ahora te pregunto dónde estás,
la lluvia te llevó a la frontera.
Esta tarde nuevamente han venido,
tu madre ha salido a recibirlos.
MACHETE
TÚ
Fulgurante y hechizada
sueltas las palabras como si estuvieran en un lodazal.
“Eres lo peor que me ha pasado”, dices furibunda,
tigre enjaulado en la diminuta habitación;
mezcla de salvaje y enfermizo, dices;
“causante de todos mis pesares”,
panteonero de los sueños,
criminal silencioso y atroz.
“¿Por qué dejé todo por ti?”, te preguntas,
solemne, conocida, repetida.
Doy media vuelta,
las palabras me llegan amortiguadas.
“Ven, tonto”, dices,
tu camaleónico comportamiento volvería loco a cualquiera.
“Ven, prueba… es nueva… ¿te gusta?...
Sigo… ¿me desvisto? ¿Está bien así?”.
No digo nada; el mareo se instala una vez más en las sienes.
Los “productos”, la piel, la lengua soez; todo da vueltas y me atrapa.
Entro.
MUCHEDUMBRES
ANÓNIMA
Tu mirada se aferra cautiva,
atroz, lúbrica.
Tus manos palpan y asienten
mientras el falo despierta.
Miro tu rostro de efigie, cruel y concentrado,
los segundos se congelan,
el néctar líquido fluye en espasmos.
Se apaga la lumbre,
el duelo ha terminado.
Eros ronda travieso, dichoso.
El círculo se cierra
y aún no sé tu nombre.
SWINGER
HORADAR
En la hora del crepúsculo,
con los ojos de la libido,
veo el manojo de virtudes
que emana de tu cuerpo joven.
Toco tus carencias, me zambullo en tus imprecisiones,
moldeo tu silueta con mis húmedas manos,
canto escondido en el humo de tu boca;
imaginar, no; acariciar con arrojo,
vino vertido sin cuidado
en el insomnio de tus muslos anhelantes.
El silencio engulle tus palabras,
recipiente de amores inconclusos.
El sexo es sucio, asqueroso,
dichas palabras golpean mi estima,
tatuadas allí, horadar, horadar,
cavar y raspar
hasta limpiar la estancia,
vivir.
ARENA
ALTIVA
La palabra no se rinde
ante la marea del día a día.
Reconozco que te extraño,
nos besamos
juntando nuestras lenguas,
luego sonreímos.
La complicidad ante el encuentro
hace el resto.
Nos apetece charlar,
compartir miradas
y placeres ajenos.
Vernos a los ojos después,
hablar, hacernos bromas.
Detener el tiempo.
Simular que somos náufragos
en una isla altiva
sin temor a nada.
HALLOWEEN
FUMA
Alista la tela, los pinceles.
Con marcadores de color negro y rojo
dibuja un rostro difuso, enroscado en miradas tristes.
Ring de boxeo imaginario
desprendido de vanidad,
queda la esencia que en sí misma
nos acerca a lo que podríamos ser.
El salón se va llenando poco a poco.
Antes de pintar sale al patio de la galería,
pide a unos jóvenes
un poquito de hierba para animarse,
para tomar fuerzas y vacilarle más al tiempo.
Es amable y genial, lo admiran,
se toma el rostro, fuma,
el viento cobija sus palabras,
como Sócrates con sus discípulos,
pero no imparte filosofía ni discursos ni normas,
transmite la salvaje condicionante de estar vivo.
Pinta lo que intuye, vista transversal de lo que no existe.
Se guiña la vida. Trampantojo.
Mentirse para no levantar verdades
y ni así.
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