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Una Carta al Amanecer / Solo falta tu voz

 

Pía Yacuna


Quiteña, ingresando a la cuarta década de mi vida, tuve una infancia de ensueño, familia perfecta, amante siempre de la lectura, cortazariana desde los veinticinco años, de gustos clásicos pero nunca conformista, romántica por naturaleza. Las heridas de la vida solo han servido para que crea más en el amor. Me encanta viajar, viajar, viajar, conocer otros lugares, visitar museos, tomar vino y ginebra. Soy el resultado de la metamorfosis de una mujer infeliz y resignada en otra que al fin sabe cómo tomar el camino de la felicidad. Mal genio, complicada, algo caótica. Escribo desde siempre, totalmente empírica, busco ahora contar con las herramientas para mejorar mi escritura.


No acepto la vida en su monocromático degradé del blanco al negro pasando por todos los grises... yo busco color en mi vida... quiero un arco iris para Pía... y eso, a veces es difícil de conseguir siguiendo las convenciones sociales que la vida, la familia, la propiedad privada y el amor imponen... eso ya sonó a Silvio Rodríguez ¿no?... Suena también a un poco de rebelión.

 

Una Carta al Amanecer


-Carta encontrada en la mesa de noche de una habitación de un hotel parisino, en la zona de Opera, distrito 9-.


¿Sabes mi vida? Esta mañana es perfecta. Me he despertado primero y te veo dormir, tengo ganas de despertarte pero no lo haré, quiero tenerte así, tranquilo, sereno, contento... y en esta carta que te escribo mientras duermes, no pienso hablar de la noche estupenda que pasamos en ese pequeño café llamado Chat Noir, aunque no era el original claro, ni pienso hablar de aquellas caricias incendiarias que me hiciste en silencio en el pasillo del hotel, ni de la forma tan entera en la que nos entregamos aquí en la habitación... no, no voy a hablar de cómo nos perdimos en el placer para encontrarnos en el amor.


En esta carta, lo que quiero es ir más allá, es decirte que, ahora, en este momento, mientras estoy desnuda a tu lado, no está desnudo solo mi cuerpo, sino también mi alma y mi corazón y en esta desnudez de todo, siento una plenitud tan pacífica, tan exquisita, tan completa... esa plenitud que no lograba desde hace mucho, esa paz que solo se consigue cuando el momento es perfecto, con la persona adecuada.


No quiero hablar de destiempos, ni contratiempos ni dolores, ni realidades, aquellos no caben en esta habitación, te miro dormir y parece que siempre te he visto así, te siento respirar, tan indefenso, tan seguro, buscando mi cuerpo de manera inconsciente, como un niño que busca su juguete para seguir el sueño feliz y entonces sé que siempre he estado a tu lado, que siempre te he acompañado, que siempre te he amado, aunque "siempre" es una palabra que no la deberíamos usar porque "siempre" la usamos mal.


Te he encontrado de nuevo, te he vivido de nuevo, entero, completo, fugaz (lo sé, lo he sabido siempre -otra vez la palabra-) y las lejanías y los tiempos desaparecen, tal vez antes hemos estado juntos, tal vez nos hemos amado en otras épocas, en otras vidas, en otras circunstancias. Cierro los ojos y puedo imaginar o recordar, ¿Quién sabe? Una escena: nosotros, tú plasmando mi desnudez en un lienzo y yo, conteniendo mis ganas de que te pierdas en mis colores, te sonrío feliz, lo entiendes y dejas de lado tu trabajo para adueñarte de mis ganas y saciarlas, mi pintor de arcoíris... es solo un sueño, una alucinación, no lo sé, pero es interesante pensar que si vivimos antes otras vidas, luchamos en esta para encontrarnos y lo logramos.


Abro mis ojos, te miro y parece que vas a despertar, te siento inquieto, tus manos me buscan de nuevo seguro de que encontrarme, me acaricias y me susurras algo que no distingo pero entiendo. Inicia un nuevo día de nuestro romance eterno y dejo de escribir porque a veces el amor se manifiesta sin palabras, se vuelve único, perfecto e irrepetible como solo puede serlo en una mañana ardiente en París.


Tuya,


Nathalie.

 

Solo falta tu voz


Todo tengo listo, solo falta tu voz,

esa voz que me quema las entrañas,

que me lleva por trenes y montañas,

que me habla de juegos entre dos.


Todo está listo, acércate

que mis ansias ya no esperan.

Abre el libro y sácame las ganas,

léeme en voz baja,

descubre mis secretos...

y bésame con las palabras.


-Pia-

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