Hola me llamo Valentina nací en Osorno, Chile. Tengo 21 años y curso el séptimo semestre de periodismo en la Universidad de las Américas. Realicé mis primeros estudios en la Alianza Francesa en Chile y cuando tenía ocho años me trasladé a Ecuador. Me encanta analizar los hechos históricos, leer, y aprender cada día cosas nuevas. Siempre he querido ser escritora, porque me encanta contar historias de ficción y no ficción. Me considero una persona creativa, con un exceso de imaginación que me permite crear historias con temáticas fuertes en muy poco tiempo. Me encantan los temas duros, de los que nadie se atreve a hablar. Siempre introduzco hechos históricos que considero importantes dentro de mis análisis, pues es la base de las consecuencias que estamos viviendo ahora y es importante para mí que las personas sepan y aprendan historia, pues solo así tendrán argumentos válidos y un pensamiento crítico.
Cuando las sorpresas de la vida se transforman en una desgracia
A veces creo que las personas se creen muy inteligentes. Siempre te están tratando de guiar por un camino, con un diccionario gordo lleno de palabras “correctas”. Me cae tan mal eso. Una vez me dijeron que la televisión te hace tonto, ¡como si uno no pudiese escoger qué ver!. Y he aprendido una técnica realmente eficiente para comentarios estúpidos: escucho, miro hacia abajo para no parecer descortés, pongo los ojos en blanco y lo olvido. Y no lo hago porque me encante la televisión porque de hecho no me gusta, pero la gente se cree inteligente por eso. Y he comprobado que no es así, porque existen canales realmente útiles.
Investigation Discovery fue uno de mis canales favoritos durante un tiempo, de esos que te trastornan. Tanto así que después de un tiempo empecé a ver capítulos repetidos. En su mayoría sus programas son acerca de asesinatos e infidelidades. Después de un tiempo reconocía fácilmente al asesino. Denotaba comportamientos, gestos faciales, movimientos corporales, conozco acerca de armas, procesos forenses, en fin, una serie de cosas que eran útiles incluso para descubrir a un mentiroso. Y eso es precisamente lo que necesitaba, descubrir a un mentiroso.
Mi hija se llama Florencia, tiene seis años y cursa tercero básico. Estoy casada, por segunda vez, y sí, aún tengo esperanzas en el amor. Estoy ya cuatro años casada con Antonio y él quiere mucho a Florencia. Somos muy felices los tres. Bueno, no tanto. A veces ser madre primeriza te lleva a cometer algunos errores y uno de ellos es ser celosa. Hace tres días, mi hija recibió una carta anónima con una letra horrorosa, porque obviamente ningún niño de su edad tiene una caligrafía decente. Muy chueco, con un crayón lila decía: Florencia, que hermosa eres y te quiero mucho. Casi me voy para atrás como Condorito, de verdad ¿quién se enamora a esa edad? Le pregunté si sabía quién había sido y me dijo que sospechaba de su compañero Alex. Yo no soy de esas madres que van a todas las reuniones, de eso se encarga el Toño, así que no tengo ni idea quién será ese niñito Alex.
De pura celosa que soy, cuando llegaba mi hija de la escuela le decía que se fuera a bañar para poder revisarle su mochila. Durante tres días no encontré nada, le conté al Toño lo frustrada que estaba y él sólo me miraba con cara de “estás bien loca”, me dijo que debería dejar de hacerlo porque son niños y no es justo que uno los esté vigilando. A lo cual yo le encontré mucha razón así que dejé de hacerlo.
Yo tengo un tema con todo, incluso con la comida. A Florencia, le mando todos los días de colación algo saludable, con su justa cantidad de proteínas, calcio y carbohidratos. Pero desde hace dos día que llega con la boca pintada, al principio pensé que era pintalabios porque es muy común que las niñas lleven los maquillajes de sus madres a la escuela. Y decidí una vez más buscar en su mochila, y encontré diecisiete papeles rojos, como de envoltura de caramelo, que por lógica no se los había mandado yo. Esa noche no quise preguntarle porque además de eso su actitud era un poco extraña, ¡ni siquiera me dejó ayudarle a secarse después de la ducha! Decidí esta vez no decirle nada al Toño porque quería pensarlo bien, para no cometer ningún error al preguntarle a mi hija.
Al otro día, ella regresó del colegio, pero ya no me saludó, subió inmediatamente a bañarse. Decidí como la madre preocupada que soy revisar su mochila. Y encontré ocho de las mismas envolturas rojas, ni una carta ni nada. Cuando salió del baño, ya vestida le pregunté. Y sin mirarme a los ojos, por lo que deduje que me estaba mintiendo gracias Investigation Discovery, me dijo que su amiga Camila los llevaba al colegio. Sin ni un pelo en la lengua pero muy tranquila le dije que me dijera la verdad, y me dijo que era este niño Alex. Estaba un poco preocupada porque ya no sabía qué pensar de este niñito, a si que decidí dejar la conversación hasta ahí. Después de un rato bajó al primer piso a ver un poco de televisión y aproveché para rebuscar todo su dormitorio. Y me encontré con una escena realmente terrorífica, encontré veintidós cartas firmadas por un AX por lo que supuse que eran de Alex. Donde le confesaba a mi hija su amor incondicional. Las cartas estaban enumeradas del 1 al 22 y cada una relataba un suceso diferente. Y en la última decía: me gusta el olor de tu pelo, el olor de tu cuerpo, ponte el vestido de flores rosadas mañana. AX. No lo pensé dos veces, tomé el auto y me fui a la escuela. Ya no había alumnos, pero las autoridades aún se encontraban allí. Le conté absolutamente todo a la directora, llorando desconsoladamente le leía una por una las cartas. Ella, demostrándome una mecanografía sobresaliente buscó la lista del curso de mi hija, pero no existía ningún Alex.
El corazón se me apretó de una manera tan grande que pensé que me iba a morir, ¿quién era Alex entonces? Ahora entendía muchas cosas, como por ejemplo, por qué ahora mi hija escogía su ropa, ¿en realidad era un niño? ¿en realidad era su compañero? Una serie de preguntas sin respuesta se me venían a la cabeza, trataba de respirar pero era realmente imposible. Llamé al Toño desesperadamente y le conté todo, él como buen marido trataba de tranquilizarme, pero me dijo algo en lo que también le encontré mucha razón. Me dijo que no debí haber ido a la escuela porque estaba poniendo en alerta a quien sea que sea este Alex. Ahora me sentía muy enojada conmigo misma, porque quizá ahora nunca lo encuentre por mis arrebatos.
Una de las cosas que aprendí en "ID" es que es mejor que otras personas le hagan preguntas a tus hijos, porque cuando ocultan cosas, es muy difícil decirlas y enfrentarlas con sus padres. Por lo que decidí llamar a mi hermana la Fran para que hablara con ella. Se encerraron en el dormitorio en el segundo piso, mientras yo me comía las uñas en la mesa del comedor pensando en lo que podían estar conversando. Me paraba, me hacía un café, iba por un cigarro y me sentaba otra vez. Y así fue mi rutina hasta que llegó el Toño, le conté que la Fran estaba arriba y se enfureció. Se paró de la mesa desconcertado, me gritó furioso, tenía la cara roja y los puños apretados. Pensé que me golpearía, a si que subí a mi dormitorio. Pronto la Fran salió con una cara realmente pálida. Me dijo que no le había dado un nombre, pero que por como lo describía, se trataba de una relación seria, como si fuese de adultos. Mi hermana y yo, teníamos ya el mismo tono de piel, bien pálido.
Al día siguiente mi hija tenía una fiesta de cumpleaños; la de su amiga Fernanda, decidí acompañarla para ver si encontraba algo. Ese día, fui a dejar a mi hija y yo fui un poco más tarde para no parecer una de esa típicas madres sobreprotectoras, y cuando llegué todo era muy infantil y bonito, no pasó nada fuera de lo normal.
Llegamos a casa y encontré una carta sobre mi cama que decía: después de leer esta carta, sólo espero que no me juzgues, porque cada quien es libre de amar a quien sea y a cuantas quiera. Tu hija es una niña realmente hermosa y me enamoré de ella, me gusta todo de ella. Desde un principio, creí que me gustaban todas las niñas, a todas me gustaba peinarlas y regalarles caramelos, pero a ninguna quería tocarla como a la Florencita, su cuerpo es tan dulce, especialmente cuando la bañaba, tan inocente, tan perfecta. Besos por todas partes hacían que mi corazón se pusiera contento, sus manos me tocaban a mi también y eso me hacía sentir que yo le gustaba, que me amaba como yo la amo a ella. Pero no te pongas celosa, porque a ti también te amo.
Atentamente
Antonio.
Sólo miré hacia el frente y mi hija estaba debajo de la puerta con la mirada perdida y me dijo: ¿mamá, a qué hora viene mi papá para darme más caramelos?
¡NO TE ENOJES CONMIGO MAMÁ!
Uno siempre dice que los hijos heredan nuestro carácter, nuestra forma de ser. Pero de verdad que no sé de dónde salió mi hija, ¿acaso mi bisabuelo era un flojo? Porque que yo sepa mis padres no lo son… yo siempre fui una persona muy estudiosa duramente mi etapa de colegiala y universitaria, muy organizada y meticulosa. Pero Rocío se me va de las manos. Se inventa cosas en la escuela para no hacer tareas, no las anota, prácticamente no hace nada. No sé si recurrir a un psicólogo sea lo mejor.
Lo que más me frustra de esta situación, es que le damos todo lo que ella necesita, tiene apenas 11 años y es una experta en manipulación y mentiras. No sé cómo lo logra, quizá yo no soy lo suficientemente fuerte para detenerla y mantenerla en buen camino. Pero hoy, me da vergüenza ir a la escuela, me dicen cada cosa de ella. Creo que estoy perdiendo la cordura, creo que ya no confío en ella.
Tengo al menos tres notificaciones por día, me muero, qué dirá el resto, la acusan como si fuese una criminal ¿estará endemoniada? A veces solo tengo ganas de quemarle su mochila y que no regrese nunca más.
Tiene once años, Dios, y acaba de llegar pintada los labios… ¿qué clase de compañeros tiene? Eso no es digno de una niña. Por eso no hace nada por pintarse lo labios y mentir todo el tiempo, ¿será que en realidad estará yendo al colegio?
¿Qué de todo lo que me cuenta es verdad? Tengo tanto miedo… me están llamando desde hace dos horas del colegio, seguramente es otra de sus fechorías, ¿qué habrá hecho ahora? No quiero ni pienso contestar.
¡ESCUCHO A ALGUIEN ARRIBA! Creo que aprendió a treparse por la ventana. Subo las escaleras y como lo sospeché era ella.
- ¡ROCÍO! ¿de dónde vienes?
- Mamá escúchame…
- No Rocío ya estoy cansada, ¿estás llorando o te estás riendo? Eres una falta de respeto Rocío
- Mamá por favor…
- Mierda como suena ese maldito teléfono y ¡todo es tu culpa, cómo estoy cómo se sienten todos es tu culpa Rocío!
- ¿ALÓ? - Buenas tardes, ¿hablo con la mamá de Rocío?
- Sí, que hizo mi hija ahora, está justo al frente mío para retarla.
- ¿Al frente? ¿A qué se refiere?
- A que está al frente de mí, en su dormitorio, ¿qué ahora yo también soy una mentirosa como mi hija?
- Pero, pero eso es imposible nosotros la estábamos llamando para decirle…
- ¿Qué, ahora va a decirme loca? Estoy cansada de todos ustedes, definitivamente voy a sacar a mi hija de ese colegio.
- Escúcheme señora por favor
ROCÍO MIRA CON MUCHA IRA A SU HIJA QUIÉN TENÍA UNA SONRISA PREOCUPANTE EN EL ROSTRO
- Su hija falleció señora, hace tres horas aproximadamente y la hemos estado llamando todo el día.
- Eso es imposible mi hija está al frente mío.
- No señora, está aquí con nosotros, en la morgue…
- De qué me está hablando, Rocío dile por favor que estás viva, ¡ROCÍO! ¡ROCÍO!
Lentamente Rocío fue desvaneciéndose en su propio dormitorio, pues lo único que quería era ver a su madre una última vez.